sábado, 24 de diciembre de 2016

LO BELLO DE LA VIDA (también en Navidad)




El único reloj despertador que no falla es Ella. Tantos años de rutinario despertar. La misma hora, siete días a la semana (no sabe que la jornada laboral es de cinco). La radio siempre va unos minutos detrás. Las campanadas del reloj, a veces, no son de fiar. Pero Ella es la fiel, puntual e inseparable compañera de sueños y despertares. Un salto, pisoteándome el pelo lánguido sobre la almohada. Moviendo el rabo para abanicar la frente que a duras penas asoma sobre el embozo. Otro salto al escritorio para empujar, con la cabeza, la fotografía enmarcada donde atiborrada de juventud (hace demasiadas lunas ya), poso fumando un cigarrillo. Mi continua y machacona letanía: ¡Venus, por favor, hoy no trabajo, es sábado, es domingo, es fiesta, estoy de vacaciones, es… Navidad! El rabo se mueve frenético mirando la fotografía; al tercer intento tengo que saltar de la cama porque está a punto de caerse al suelo aquella bonita (por qué no decirlo) joven que nos sonríe de 17 primaveras en una imagen enmarcada de tiempo. Venus quiere que me levante, como cada día, para ir a trabajar y, por consiguiente, le prepare su desayuno.

Pero hoy, antes de que la gata fuera mi más fiel despertador/a. La he percibido, a través del amanecer, pegada a mí, estirada, quieta. He acariciado su lomo, extrañada. Mi mano no ha percibido, quizá porque aun dormía, ni un leve movimiento de respiración. He levantado su cabeza. Se ha desmoronado a mi lado. Me ha dado un vuelco el corazón. Me ha pasado por la cabeza, en milésimas de segundo, una terrible posibilidad. La he llamado, bajito pero asustada. Ha comenzado a ronronear. Se me ha tranquilizado el corazón. Se ha disipado el miedo. La he abrazado y comido a besos. Hoy yo he sido el despertador primero en el comienzo de otra Navidad. Hoy, de nuevo, he percibido lo hermosa que es la vida. Las posibilidades infinitas que tenemos en aprovechar el amor de nuestros seres queridos, cuando aún los tenemos cerca. Lo bello que es poder abrazar a quién más quieres. Lo cálido que es el roce de otro cuerpo que despierta a tu lado…

No soy de entender la Navidad (por muchas razones), pero hoy he abierto un cajón y he comenzado, feliz, a colocar flores, renos y guirnaldas. Hoy he recibido un mensaje de Vida ante un susto de Muerte.