viernes, 8 de mayo de 2015

ADIÓS MINIMÍ.



Eras la gata más noble que he tenido la dicha de tener un tiempo en casa. Supiste llegarnos de la calle, maltrecha por tanto parto callejero, pero con la dulzura en tus pupilas cambiantes. Fuiste acercándote a nuestro hogar lleno de amor por los gatos y te acogimos, alimentamos y esterilizamos para que no sufrieras más, por tanto traer hijos a este mundo poblado con demasiados mal nacidos. Al final uno ha acabado contigo, envenenando tu bondad, tu mirada tierna, tus maullidos amables. Te escribiré algo más bonito cuando pueda. Ahora no. Ahora me duele haberte perdido, gata querida, y más porque no te has muerto, sino que te han matado. Ojalá se pudra en el infierno tu asesino.

Mañana no oiré tus caminaditas rápidas hacia tu alimento ni veré tu mirada agradecida. Descansa en paz en algún cielo de los gatos que debe existir fuera de este espacio sin ti...