sábado, 21 de marzo de 2015

LOS HUESOS DE ORO



Crónica del día: Pediré perdón a los poetas (a los buenos) por intentar hacer un poema de la realidad cotidiana (en el Día Internacional de la Poesía). Por un poema que no lo es, ni siquiera un verso lo arregla: el asombro, la injusticia, la sinrazón...Sí, ya se que hay razones que la razón (de economía) no entiende...


Se me ha hecho un sábado sobre los ojos,
por eso no veo el viernes,
y mañana, ¡oh!, mañana…
primer domingo de primavera,
saldré a buscar los huesos,
de aquella gallina
por si descubro que era la de los huevos de oro…
Y será barato…
más que encontrar los huesos de Cervantes,
mientras España se llora de hambre,
todavía.
(De mis frases y otros asombros)



domingo, 8 de marzo de 2015

TEJIENDO IGUALDAD



Crónica del día. Decía Pitágoras: Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Atrás quedó lo de “trabajadora”, porque no es necesario acompañarnos de adjetivos para que seamos, pero sigo pensando que no tendríamos que celebrar tantos días internacionales de: porque eso ya sería que estamos reconocidos, todos, habitantes de este planeta y somos iguales, sin distinción de razas, credos, ni sexos (porque hay hombres — buenos— que no tienen un día de, y eso, se mire como se mire, es discriminación. Así que, ¿de qué hablamos? Solo de mujer no vive el hombre, ni crece la tierra poblándose de estadísticas en género femenino…Y que no me salgan feministas a darme un zas en la tecla, porque soy mujer que comparte vida con un hombre y tareas, sueños y quimeras; esperanzas y todos los te quiero que caben en las entretelas del sexo, que tiene mucho de seso y razones para vivirse. Pero también fui mujer sola, que no solitaria, y un corazón roto que supo recomponerse y crear ilusiones nuevas que traspasaron una esquina desconchada de la vida. Y soy, y sigo siendo, Mujer, con todas las letras y las com-posturas, que sabe y reconoce que, aunque no lo reconozcamos, a priori —porque siempre luchamos por demostrar nuestra autosuficiencia—, que todas necesitamos, en un momento u otro, un hombre cerca u otra mujer para quererse; porque si dos no se quieren, uno siempre se pelea consigo mismo y con tanta desigualdad que nos rodea… y el mundo se vuelve un infierno de desamores solitarios. Pero también es que, por esa fuerza que nos acompaña, siempre podremos ser nosotras mismas con nuestra soledad y circunstancias, sin que nadie tenga que arrimarnos un hombre, para apoyarnos… 

Pero puestos a celebrar que hoy es mi día, el tuyo, el suyo, el de ellas y todas vosotras, unámonos y digamos al mundo que ¡basta ya de desigualdad¡ 

Dicho lo que antecede: seguiré tejiendo un traje de igualdad.