sábado, 28 de abril de 2012

LAXITUD Y OTRAS GAITAS.

Crónica del día: El erotismo no está reñido con la lengua; ni siquiera con las de doble filo...Y aunque la edad vuelve las carnes flojas y en los pies se instalan los callos; a falta de pan, nos haremos una tostada.

El espejo era sincero. Aquellas carnes flácidas y el pelo cano, eran fiel reflejo de que ya no eran los tersos cuerpos que se conocieron la noche en que, bajo la lluvia, el paraguas les cobijó al salir del cine cada uno por su lado, para acabar dándose el sí quiero en la premura de su juventud ardiente.

Ahora, arrastrando las zapatillas caseras, asaltaban continuamente al inodoro en un trasiego nocturno de incontinentes vejigas, mirando de soslayo al confidente por años, testigo de su metamorfosis en el rosa al amarillo de sus vidas, que había ido tejiendo bordones de encaje en su piel y convertidos a la par los frondosos bosques pelvianos, en despoblados y secos eriales donde, escarbar para sembrar, era poco menos que descalabrarse en encontrar la semilla fértil para dar fruto.

Intentaron en el desvelo, revivir algún momento del frenesí de aquellos años en los que, por poco que se rozaran, sus cabellos donde quiera que habitaran se erizaban y sus sexos se henchían insuflados de ánimo.

Lo intentaron una, otra, otra…y otra vez…Pero los pendejos desbarraban ralos huyendo de la persecución flácida, enconándose en la trasegada búsqueda de la pericia perdida.

No se dieron por vencidos. Muchos años llevaban ya desperezándose de sus sueños laxos.
El vibrador asomó consolante y saltarín entre las prendas íntimas, dándoles las buenas noches. Se lo habían traído de un sex-shop el viaje que hicieron lustros pasados a Amsterdam. Era más manejable y a pilas; mucho mejor que el que debía enchufarse a la corriente monofásica, aunque la potencia surtiera efectos trifásicos.

Pronto el artilugio volvió a su hábitat. Y las lenguas se propusieron, una vez más, seguir en su empeño entrenado. -Aunque desde hacía tiempo las dentaduras reposaran quietas y húmedas en la mesita de noche.


Los gatos bajo los tejados eran testigo entre ronroneos de los desvaríos de la edad y, maullando el celo ausente, se acomodaron los lomos dispuestos a dormir la noche.

Gata Literata.

En Locus Literario me dio por escribir "Erótica a más no poder". Lo traigo aquí porque en la Ciudad Gática se tiene libertad de credo...