miércoles, 18 de abril de 2012

CLARA, LA GATA.

Crónica del día: Travesura y glotonería gática y otras moralejas.

Clara, se ha embuchado en un día la comida de  siete. Jorgete, el gato que lleva poco tiempo entre la gata con zarpas de tigresa, -y en vísperas del viaje relámpago previsto el sábado- le dejó bien pertrecho el plato alimenticio.  Día y medio después, no quedaba croqueta que se preciara para análisis microbiológico. Por el contrario, la panza de la gata estaba para el toque de pandereta, -porque en menos que maúlla un maullido, se zampó el menú semanal. La gata no sabe, por glotona, dosificar la comida, y da igual la que se le deje, se la traga enterita, de una vez y sin respiro. 

Para acabar de redondear la hazaña,  y siendo cierto que la curiosidad mató al gato,  a punto estuvo de hacerse real la sabiduría popular,  Clarita metió su orondo cuerpazo por el asa de una bolsa de plástico, -de esas que hay que tener cuidado en arrojar al Medio Ambiente, si no queremos que sea medio ambiente- y, bajo el sofá, quedó aprisionada como adolescente embutida en licra fina. El maullido era ya de administración de óleo y  responso felino. -Menos mal, que las zarpas del gato maullador de poesía la liberaron in-extremis de un óbito casi seguro.

Nueve vidas tiene un gato, ¿o son siete? Sea como fuere, el ronroneo nos llegó al asombro, y en un choque de zarpas y apretón de bigotes, todo quedó en una travesura más de esta gatica que, cosa inusual, me encontré hace dos diciembres  en el Pub de moda tomando una bebida espiritosa. – la bebida la tomaba yo, ella husmeaba los rincones en busca de llevarse algo al galillo, con collar de fina estampa y cascabel de sonajero, mientras sonaba la música que se escucha mejor en el momento que la apagan.

Pese a las trastadas gatunas, Clara va mejorando con el paso de los días. Es cada vez  menos traviesa y, por otra parte, ya son más las caricias que prodiga, que los arañazos que propina.

Claramente, está demostrado que el tiempo va dotando  a la vida de madurez. Otra cosa es cuando sólo es la piel quién madura, sin conseguir la cabeza la sensatez que dan los años.  Así como está claro que volverse mayor no es igual que crecer; y hacerse viejo no siempre equivale a tener solera. 

Bajo mi tejado, maúllo aquello parecido a lo que Jhon Lennon decía, de que la vida es lo que pasa a nuestro lado, mientras otros se emperran en ladrarle a la dicha de vivir, arribando para subir en el ascenso.

Siempre debería ser mejor trabajar en equipo.

Gata Literata.